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viernes, 29 de abril de 2011

UNA REFLEXIÓN SOBRE HITLER

                                                                       Realizado por Carmen Silvina Hernández

El autor Ian Kershaw, realiza un análisis de Adolf Hitler, durante la dictadura que éste asumió en Alemania, durante los años 1889 a 1936. El autor al hacer dicho análisis aplica varias perspectivas epistemológicas. A continuación se detallan éstas y a su vez se señala los párrafos correspondientes a cada perspectiva o corriente filosófica.
Kershaw, en la primera parte del escrito hace referencia de Hitler como aquel personaje que representó la prioridad absoluta del estado moderno, donde se evidenció una manipulación de los medios de comunicación para controlar a las masas, cinismo en las relaciones internacionales. Aquí se nota, que el autor utiliza el idealismo, ya que se preocupa por las ideas y verdades ocurridas en esa época.
Igualmente, se ve la perspectiva epistemológica idealismo en varias partes del análisis, como por ejemplo cuando el autor sostiene que a Hitler el genocidio de clase, le impulsó a perpetrar un genocidio racial. Hitler estaba interesado en la movilidad social, mejores viviendas para los trabajadores, modernización de la industria, creación de un sistema de bienestar social, es decir, construir una mejor sociedad en Alemania. En este párrafo se visualiza,  que el autor aplica en el análisis el idealismo, puesto que se basa en la revelación que tiene de la historia. Asume el idealismo cuando enfoca las ideas de ese pasado, esas ideas se basan en antecedentes y son independientes de la experiencia del sujeto, en este caso del autor de la obra.
Continuado con el análisis de dicha obra, el autor también enfoca el idealismo cuando asume alcanzar mentalmente ideas y conceptos, no se limita a ver, oír y tocar, se restringe en alcanzar una idea de algo y retenerla en la mente; esto se evidencia cuando escribe que al pintar a Hitler como un socialrevolucionario se pretendía explicar, quizás de una forma mal concebida, ya que pudo ejercer una atracción tan grande en Alemania en periodo de crisis social… el potencial para una posible rehabilitación de Hitler que podría empezar a verle, pese a los crímenes contra la humanidad asociados a su nombre, como un gran dirigente del siglo XX, que si se hubiese muerto antes de la guerra, habría ocupado un alto puesto en el panteón de los héroes Alemanes.
Cabe destacar, que también se observa  el idealismo cuando el autor se preocupa por desarrollar un sistema de verdad que tenga consistencia interna y lógica, cuando expresa que Hitler no carecía de inteligencia, desde luego, y poseía una mente aguda capaz de sacar provecho de su formidable memoria retentiva. Era capaz de impresionar a su corte desicofantes, diplomáticos y estadistas fríos, curtidos y críticos por la premura con que se hacia cargo de los problemas.
El idealismo también es manifestado por el autor cuando éste representa que las ideas son más importantes que las sensaciones y cuando la verdad descansa en el mundo de las ideas. Esto se identifica en el siguiente apartado de la obra: Una nueva biografía de Hitler le exige un planteamiento nuevo, un planteamiento que procure integrar las acciones del dictador en las estructuras políticas y las fuerzas sociales que condicionaron su adquisición del poder y el ejercicio del mismo, así como la influencia excepcional de ese poder. Un planteamiento que recurra a las expectativas y las motivaciones de la sociedad Alemana (en toda su complejidad) más que a la personalidad de Hitler para explicar la influencia inmensa del dictador, brinda la posibilidad de investigar la expansión de su poder a través de la dinámica interior del régimen que acaudilló y de la fuerza que desencadenó.
Dando continuidad al análisis se observa, que pone de manifiesto el subjetivismo, cuando desarrolla verdades subjetivas en el escrito, y esto se contempla cuando indica que los doce años de gobierno de Hitler cambiaron de forma permanente, a Alemania, Europa y el mundo. Es uno de los pocos individuos de los que se puede decir con seguridad que sin él, habría sido distinto el curso de la historia. La herencia más profunda, como lo es el trauma moral que legó a la posteridad aún permanece. Asimismo, enfoca el subjetivismo cuando las verdades dependen de un contexto, al manifestar, que lo que pasó bajo Hitler tuvo lugar (sólo podría haber tenido lugar, en realidad) en la sociedad de un país moderno, culto, tecnológicamente avanzado y sumamente burocrático.
Siguiendo con el subjetivismo, el autor lo expone cuando su juicio es valido, y esto lo representa cuando escribe que la combinación de un caudillaje centrado en una misión ideológica de regeneración nacional y purificación racial, una sociedad con suficiente fe en su caudillo como para perseguir los objetivos que él parecía proponerse, y una administración burocrática competente capaz de planificar y ejecutar una política, por muy inhumana que fuese, y deseosa de hacerlo, nos ofrece un punto de partida.
También se presta atención, cuando el autor es subjetivo, ya que el escrito se basa en lo individual y en lo colectivo; esto lo identifica en la parte de su análisis cuando declara que la biográfica de una (no persona) alguien que no tiene vida o historia personal, aparte de los acontecimientos políticos en los que participa, impone lógicamente sus propias limitaciones.   Pero los obstáculos sólo existen en la medida en que se suponga que la vida privada es decisiva para la vida pública.
Para dar continuidad al subjetivismo aplicado por el autor en la obra, éste menciona verdades subjetivas de esa época en el análisis que se refiere a lo siguiente: El anhelo de un poder personalizado de esa magnitud incluía un apetito insaciable de conquista territorial que equivalía a una partida de gran envergadura con apuestas muy altas, en lo que estaba en juego era el monopolio del poder en el continente europeo y, más tarde, el poder mundial. Esa búsqueda implacable de una expansión cada vez mayor del poder no podía aceptar ninguna disminución, ninguna limitación, ninguna restricción. Se basaba además, en la continuación de lo que se consideraban grandes logros.
Dando seguimiento al análisis de Kershaw, sobre la vida de Hitler, se puede decir que también pone de manifiesto la corriente filosófica realismo. Es así, que el realismo se visualiza cuando él describe el carácter, el temperamento y la conducta de Hitler. Esto se ve reflejado cuando el autor señala que Hitler se le ha enfocado de modos muy distintos y diversos. Se ha considerado, sólo un oportunista absolutamente sin principios, carente de toda idea salvo una, que es la ampliación cada vez mayor de su propio poder y el de la nación con lo que se había identificado, interesado sólo por el dominio disfrazado de la doctrina de la raza y que consistía exclusivamente en destructividad vengativa…figura demoníaca…se le describe como un lunático o un loco furioso.
El autor se basa en el realismo, cuando señala que a Hitler se le podría calificar como un dictador débil. Igualmente, cuando el autor se hace la siguiente pregunta  ¿Cómo podemos explicar el que alguien con tan pocas dotes intelectuales y con atributos sociales tan escasos, alguien que no era más que un cuenco vacío fuera de la vida política, inaccesible e impenetrable incluso para los que formaban parte de su entorno íntimo, incapaz al parecer de amistad auténtica, sin los antecedentes que proporcionan los altos cargo, sin ninguna experiencia de gobierno antes de convertirse en canciller del Reych, pudo sin embargo llegar a tener una repercusión histórica tan inmensa, pudo hacer contener el aliento al mundo entero?. El autor toma la posición de realista en este escrito anterior, cuando explica el comportamiento y la conducta del Hitler.
Continuando con las perspectivas epistemológicas o también llamadas corrientes filosóficas, el autor pone de manifiesto el racionalismo cuando razona en el análisis de Hitler y cree que ese juicio que él realiza no depende de la experiencia, ya que el autor no vivió ni compartió lo sucedido en esa época. Esto se evidencia, cuando el autor escribe que la figura de Hitler, cuyos atributos personales (diferenciados de su aura política y de su impacto) tenía poco de noble elevados o enriquecedores, planteaba problemas evidentes a una tradición de ese tipo. Una forma de obviar esto era dar a entender que Hitler poseía una forma de grandeza negativa; que aunque carecía de la nobleza de carácter y de otros atributos que se consideraban inherente a la grandeza de los personajes históricos, su repercusión en la historia era indiscutiblemente inmensa aunque hubiese sido catastrófica.
El pragmatismo también forma parte en el análisis realizado por el autor en esta obra, cuando el autor es responsable de su propia creencia y cuando él da significados externos y decide lo que desea creer; asimismo, cuando la realidad la enfoca dentro del ser, es decir, dentro de Hitler. Por lo tanto, el pragmatismo se pone de manifiesto cuando el autor escribe lo siguiente: Aunque el poder fuera en el caso de Hitler devorador, no se trataba del poder por el poder en sí, de algo vacío de contenido o de significado. Hitler no sólo era un propagandista, un manipulador, un movilizador. Aunque era todas esas cosas era también un ideólogo de convicciones inflexibles: El más radical de los radicales, como exponente de una visión del mundo internamente coherente (aunque a nosotros no nos repela), cuyo ímpetu y cuya fuerza procedían de su combinación de unas cuantas ideas básicas, aglutinadas por una concepción de la historia humana como la historia de la lucha racial.
La fenomenología es otra corriente filosófica expresada por el autor en su obra, ya que esta se basa en lo real, pero él no conoce la esencia de esta historia, la conoce como aparece describiendo las características. Es así, que se ve reflejada esta perspectiva epistemológica cuando Kershaw sostiene que el poder sumamente personalizado de Hitler ejerció a dejarse impresionar por él incluso a individuos agudos e inteligentes (eclesiásticos, intelectuales, diplomáticos extranjeros, visitantes distinguidos). La mayoría de estas personas no se habrían sentido cautivadas por los mismos sentimientos expresados ante una multitud estridente en una cervecería de Munich. Pero con la autoridad de la cancillería del Reych tras él, respaldado por multitudes devotas, rodeado del ceremonial del poder…
 Para concluir, se puede señalar que Kershaw en su obra sobre Hitler utilizó varias perspectivas epistemológicas o corrientes filosóficas, entre las que se detallan el idealismo, subjetivismo, realismo, racionalismo, pragmatismo y fenomenológico. El idealismo lo expresa cuando se preocupa de las ideas, como la verdad, el honor de la historia de Hitler. La  mente del autor enfoca las ideas, también se ocupa por desarrollar un sistema de verdad que tenga consistencia interna y lógica, dependiendo de su intuición y la revelación.  El subjetivismo, lo aplica cuando en la historia narra lo individual y lo colectivo, aplicando verdades subjetivas y cuando su juicio acerca de Hitler es valido. 
El realismo se visualiza en el autor, cuando éste hace un análisis riguroso de la realidad, cuando pone de manifiesto el carácter, el temperamento y las conductas de Hitler. El racionalismo lo manifiesta cuando razona análisis hechos en la obra y cuando hay verdades en esta razón. El pragmatismo se evidencia en el autor, cuando éste es responsable de su propia creencia y cuando él da significados externos y decide lo que desea creer. Lo fenomenológico se ve cuando el autor sabe que existe una realidad pero no conoce su esencia.


Bibliografía Consultada
Kershaw, Ian (1999-2007). Hitler (I) 1889-1936. Inglaterra: Editorial Península.

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